Porfirio Díaz
Porfirio Díaz Islas | |
---|---|
29 de noviembre de 1876 – 6 de diciembrede 1876 | |
Predecesor | José María Iglesias |
Sucesor | Juan N. Méndez |
18 de febrero de 1877 – 30 de noviembre de1880 | |
Predecesor | Juan N. Méndez |
Sucesor | Manuel González |
1 de diciembre de 1884 – 25 de mayo de1911 | |
Predecesor | Manuel González |
Sucesor | Francisco León de la Barra |
1 de diciembre de 1863 – 16 de febrero de1864 | |
Predecesor | Ramón Cajiga |
Sucesor | José María Ballesteros |
3 de octubre – 11 de diciembre de 1866 | |
Predecesor | Carlos Oronoz |
Sucesor | Alejandro García |
1 de diciembre de 1881 – 27 de julio de 1882 | |
Predecesor | Francisco Meixueiro |
Sucesor | Mariano Jiménez |
1 de diciembre de 1882 – 3 de enero de1883 | |
Predecesor | Mariano Jiménez |
Sucesor | Mariano Jiménez |
1 de diciembre de 1880 – 27 de junio de1881 | |
Sucesor | Carlos Pacheco Villalobos |
Datos personales | |
Nacimiento | 15 de septiembre de 1830 Oaxaca, Oaxaca |
Fallecimiento | 2 de julio de 1915 (84 años) París, Francia |
Partido | Liberal |
Cónyuge | Delfina Ortega Díaz y Carmen Romero Rubio |
Profesión | Político y Militar |
Gabinete |
José de la Cruz Porfirio Díaz Islas1 — (Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 15 de septiembre de1830 - París, Francia, 2 de julio de 1915)— fue un militar y político mexicano, que ocupó el cargo de Presidente de México, en dos ocasiones; la primera del 5 de mayo de 1877 al 1 de diciembre de 1880, siendo sucedido por su compadre Manuel González. Asumió por segunda ocasión el cargo del 1 de diciembre de 1884 al 25 de mayo de 1911, fecha en que firmó su renuncia.
La rigides, hermanos,parientes y chaperonas sobre las jóvenes hicieron que estas buscaran múltiples estrategias para verse a escondidas, para estar juntos, intercambiar regalos y platicar. Las señoritas que nunca estaban solas tenían que responder haciendo uso de su ingenio, ya sea con el abanico, con el pañuelo, al acomodarse el sombrero y múltiples artimañas. No fueron pocas las ocasiones en que al ser sorprendidas, los adultos interpretaban dichas actitudes como fruto de la inmortalidad. Si los padres estaban de acuerdo con el pretendiente, agilizaban las formalidades para celebrar el matrimonio precipitando muchas veces los sentimientos de sus hijos. Si no estaban de acuerdo, los castigos para la hija iban desde un simple regaño hasta unas vacaciones forzadas a Europa.